Matanza en la Sagrada Familia de A Coruña (enhanced edition)

No es una broma de mal gusto. Supongo que muchos ya os habréis enterado por la prensa de que ayer un becerro se escapó del matadero municipal de A Grela y se fue a hacer senderismo por varias zonas de Coruña. El animal, que había sido sentenciado al corredor de la muerte, logró evadirse de la silla eléctrica y de la inyección letal aprovechando que el vigilante de seguridad estaba de resaca por la clasificación conseguida por el Depor para dieciséisavos de final de la Copa de la UEFA la noche anterior. Se puso de puntillas sobre sus pezuñas, estiró un poco el rabo y...bingo!!! le arrebató las llaves al segureta sin que este se percatase, pues aún llevaba la bufanda de su equipo del alma vendándole los ojos para que no se le notasen las ojeras.

La libertad que tanto ansiaba y anhelaba se divisaba en el horizonte. ¿Qué hacer cuando uno dispone de tanta libertad? - se preguntó el becerro. Tras varios minutos cavilando se le encendió una bombilla en su cabeza que resplandeció como un becerro de oro, y decidió que aprovechando esta oportunidad que le había dado Dios tenía que dirigirse hacia el IES Paseo das Pontes. Y allá se fue. Por el camino hizo muchos amigos a los cuales recibía o bien escapándose de ellos por un miedo inexplicable tras una larga temporada en la trena o envistiendolos como podía, ya fueran o fuesen personas, vehículos o maderos. No se sabe si pudo llegar a su meta, ese lugar del que tantas veces le había hablado el Manubrio y que tenía tan idealizado gracias a él. Allí no sólo podría encontrar a más miembros de su especie sino también a muchos otros animalillos y bichos de todo tipo, qué bien lo iba a pasar nuestro amigo el becerro, pero...cometió un fallo en su plan de escape: se olvidó de desactivar la pulsera de seguimiento. Además, fue avistado por mucha gente en su trayectoria desde A Grela hasta la Ronda de Nelle (que aún hay una tirada de carallo!) y al final la Policía lo cercó en la Sagrada Familia y fue asesinado cruel y lentamente con un cuchillo oxidado desafilado y lleno de muescas (como diría Danytyler, paradójicamente).

¿No hay otras formas de controlar a un animal de 400 kilos cuando campa a sus anchas por la ciudad?



Link de última hora para acceder a los comentarios de una de las víctimas (relato 100% real):

«Yo venía caminando del colegio de mi hijo. Me había citado la profesora para comentarme cómo iba el chaval en clase. Iba caminando tranquilamente por la calle. Hablaba con mi marido con el móvil hasta que noté un fuerte golpe en la espalda»