Estos días me he enfrentado a una difícil decisión. Durante días he estado pensando si poner o no un reportaje sobre Mohamed Ali. Finalmente me he decidido a no hacerlo. Considero a Ali demasiado conocido como para entrar en esta lista; además quien quiera informarse sobre su carrera deportiva y su vida debe visionar el gran documental “When We Were Kings”(quien no sea fan del boxeo deberá ver el documental igualmente porque es fenomenal- creo que en su día ganó el Oscar y de verdad que es una pasada. Desde el gran combate contra Foreman nos dibujan la vida y obra de este personaje que ha transcendido más allá de la figura de un deportista, siendo un icono social y un personaje emblemático)
Así pues paso directamente a uno de los grandes adversarios de Ali, quizás el tío más duro que haya pisado un ring. Estoy hablando, como no, de Joe Frazier.
Séptimo de trece hermanos de una familia enterrada en la más absoluta de las pobrezas, nació en 1944 Joe Frazier en Beaumont(Carolina del Sur). Criado en uno de los barrios chabolistas más problemáticos del sur de América. Tanto es así, que Joe no llegó a conocer a 4 de sus hermanos, quienes murieron victimas de aquel entorno tan siniestro.
Con apenas 6 años, Joe acompaña a su padre a trabajar en una plantación. Su padre necesitaba poner pronto a trabajar a sus hijos, ya que él a duras penas podía sacar a delante a la familia, pues hacía años había perdido un brazo.
Así, Joe, se pasaba más de doce horas diarias trabajando en la plantación, luego, al llegar a casa aporreaba un saco que él se había construido y que colgaba de un árbol.
Siendo todavía un niño de 16 años armó el petate y partió a Philly en busca del sueño americano, tal y como habían hecho alguno de sus hermanos. Además se acababa de casar con el amor de su vida, Florence.
Frazier trabajó en un matadero y allí el propietario del mismo observó aquel cuerpo fibroso al que se le podía sacar un enorme partido. Acarreando tremendos pesos forjó una musculatura brutal.
En poco tiempo, el chaval enclenque y debilucho que se tambaleaba penosamente en Beamunt había desaparecido, y el sueño que desde su más tierna infancia le rondaba por la cabeza se comenzaba a hacer realidad: ser boxeador profesional.
Frecuentó un gimnasio de la policía y allí un sargento le presentó a veterano entrenador, Yak Durham. A él le debe sus primeras lecciones y su apodo “smooking Joe”.
Con 19 años comienza a destacar como amateur y en el 64 entra como reserva para los JJOO de Tokio, tras perder a los puntos contra Mathis. La mala suerte de Búster Mathis, al romperse un dedo en una pelea, precisamente contra Frazier, hace que smooking Joe acuda a los JJOO y allí gane el oro en los pesos pesados.
Pero aquel éxito deportivo no le aportó ni fama ni dinero. De hecho, su primera pelea profesional le reportó tan sólo 500 dólares. Poco a poco fue escalando puestos y pronto le disputó el titulo a un viejo conocido, Mathis; pero esta vez Frazier fue mejor.
Estamos en la época en la que Ali estaba vetado en las doce cuerdas; debido a sus problemas con el gobierno americano y su negativa a ser reclutado para la guerra de Vietnam. A Ali, se le había arrebatado el título en los despachos y en toda la comunidad pugilística había la sensación de que la corona aún le pertenecía.
“Me dedicaré al Rock hasta que este Ali o Clay, o como demonios se llame, se suba al ring conmigo” Esas fueron las palabras de Frazier.
El regreso de Ali fue para volver a donde él pertenecía, al olimpo de los dioses del ring. Derrotó a Jerry Quarry y todo el mundo comenzó a frotarse las manos en previsión del combate del siglo. Ali vs Frazier.
Madison Square Garden 8 de Marzo de 1971. Centro del ring. Los dos colosos se ponen frente a frente mientras el árbitro recuerda las reglas. Ellos no le escuchan, sus miradas se cruzan. El combate hace rato que ha comenzado aunque la campana no hubiera sonado. “Eres un zoquete” le espeta el bocazas de Ali a Frazier; más pragmático y menos visceral, Frazier responde “Te voy a matar”.
14 asaltos en los que el mundo se pudo venir abajo. Golpes tan duros que prácticamente ningún ser humano sería capaz de aguantar. En el 15 asalto Ali besó la lona; el gancho de izquierda de smooking Joe acabó con él. Tanto Ali como Frazier fueron hospitalizados tras la pelea. Pese a la victoria, Joe, no pudo volver al ring hasta diez meses después.
Pero la pelea que pasó a los anales de la historia fue la tercera entre estos dos mitos. “La batalla de Manila” Tras aquella pelea, Ali afirmó “esta pelea ha sido lo más parecido a la muerte que he conocido” “Cada golpe era una tortura, veía todo en un túnel, ajeno a todo lo que me rodeaba” Aquel combate acabó con el lanzamiento de la toalla blanca por parte de Eddie Futch, el por aquel entonces entrenador de Frazier. Joe tenía la cara totalmente destrozada.
Después de aquella pelea, el hombre que había sido campeón entre 1968 y 1972 , combatió dos veces más y se retiró. Después formaría una banda de rock. En los 80 formó un gimnasio donde trabajó para formar nuevos boxeadores.
A la historia pasarán sus peleas contra Ali, y su relación fuera del ring, pues según ha trascendido, en los peores momentos del gran Ali, en medio de toda su polémica, Frazier le echó una mano para hacer que pudiera volver.
Así pues paso directamente a uno de los grandes adversarios de Ali, quizás el tío más duro que haya pisado un ring. Estoy hablando, como no, de Joe Frazier.
Séptimo de trece hermanos de una familia enterrada en la más absoluta de las pobrezas, nació en 1944 Joe Frazier en Beaumont(Carolina del Sur). Criado en uno de los barrios chabolistas más problemáticos del sur de América. Tanto es así, que Joe no llegó a conocer a 4 de sus hermanos, quienes murieron victimas de aquel entorno tan siniestro.
Con apenas 6 años, Joe acompaña a su padre a trabajar en una plantación. Su padre necesitaba poner pronto a trabajar a sus hijos, ya que él a duras penas podía sacar a delante a la familia, pues hacía años había perdido un brazo.
Así, Joe, se pasaba más de doce horas diarias trabajando en la plantación, luego, al llegar a casa aporreaba un saco que él se había construido y que colgaba de un árbol.
Siendo todavía un niño de 16 años armó el petate y partió a Philly en busca del sueño americano, tal y como habían hecho alguno de sus hermanos. Además se acababa de casar con el amor de su vida, Florence.
Frazier trabajó en un matadero y allí el propietario del mismo observó aquel cuerpo fibroso al que se le podía sacar un enorme partido. Acarreando tremendos pesos forjó una musculatura brutal.
En poco tiempo, el chaval enclenque y debilucho que se tambaleaba penosamente en Beamunt había desaparecido, y el sueño que desde su más tierna infancia le rondaba por la cabeza se comenzaba a hacer realidad: ser boxeador profesional.
Frecuentó un gimnasio de la policía y allí un sargento le presentó a veterano entrenador, Yak Durham. A él le debe sus primeras lecciones y su apodo “smooking Joe”.
Con 19 años comienza a destacar como amateur y en el 64 entra como reserva para los JJOO de Tokio, tras perder a los puntos contra Mathis. La mala suerte de Búster Mathis, al romperse un dedo en una pelea, precisamente contra Frazier, hace que smooking Joe acuda a los JJOO y allí gane el oro en los pesos pesados.
Pero aquel éxito deportivo no le aportó ni fama ni dinero. De hecho, su primera pelea profesional le reportó tan sólo 500 dólares. Poco a poco fue escalando puestos y pronto le disputó el titulo a un viejo conocido, Mathis; pero esta vez Frazier fue mejor.
Estamos en la época en la que Ali estaba vetado en las doce cuerdas; debido a sus problemas con el gobierno americano y su negativa a ser reclutado para la guerra de Vietnam. A Ali, se le había arrebatado el título en los despachos y en toda la comunidad pugilística había la sensación de que la corona aún le pertenecía.
“Me dedicaré al Rock hasta que este Ali o Clay, o como demonios se llame, se suba al ring conmigo” Esas fueron las palabras de Frazier.
El regreso de Ali fue para volver a donde él pertenecía, al olimpo de los dioses del ring. Derrotó a Jerry Quarry y todo el mundo comenzó a frotarse las manos en previsión del combate del siglo. Ali vs Frazier.
Madison Square Garden 8 de Marzo de 1971. Centro del ring. Los dos colosos se ponen frente a frente mientras el árbitro recuerda las reglas. Ellos no le escuchan, sus miradas se cruzan. El combate hace rato que ha comenzado aunque la campana no hubiera sonado. “Eres un zoquete” le espeta el bocazas de Ali a Frazier; más pragmático y menos visceral, Frazier responde “Te voy a matar”.
14 asaltos en los que el mundo se pudo venir abajo. Golpes tan duros que prácticamente ningún ser humano sería capaz de aguantar. En el 15 asalto Ali besó la lona; el gancho de izquierda de smooking Joe acabó con él. Tanto Ali como Frazier fueron hospitalizados tras la pelea. Pese a la victoria, Joe, no pudo volver al ring hasta diez meses después.
Pero la pelea que pasó a los anales de la historia fue la tercera entre estos dos mitos. “La batalla de Manila” Tras aquella pelea, Ali afirmó “esta pelea ha sido lo más parecido a la muerte que he conocido” “Cada golpe era una tortura, veía todo en un túnel, ajeno a todo lo que me rodeaba” Aquel combate acabó con el lanzamiento de la toalla blanca por parte de Eddie Futch, el por aquel entonces entrenador de Frazier. Joe tenía la cara totalmente destrozada.
Después de aquella pelea, el hombre que había sido campeón entre 1968 y 1972 , combatió dos veces más y se retiró. Después formaría una banda de rock. En los 80 formó un gimnasio donde trabajó para formar nuevos boxeadores.
A la historia pasarán sus peleas contra Ali, y su relación fuera del ring, pues según ha trascendido, en los peores momentos del gran Ali, en medio de toda su polémica, Frazier le echó una mano para hacer que pudiera volver.
2 comentarios:
Una pelea brutal, tras conocer que Frazier se retiraba Alí se desmayó. Se cuenta que en su esquina se estaba barajando también abandonar. Desde luego aquel no era el mejor Alí, pero en esta pelea demostró que no sólo sabía “volar como una mariposa”, también podía ser un duro fajador. De acuerdo contigo en que probablemente Frazier fuera “uno” de los más duros que pisó un cuadrilátero, si una persona no se mide por el número de veces que se cae, si no por las veces que se levanta, Frazier se tuvo que levantarse 6 veces en solo dos asaltos contra Foreman…. Ha vuelto la suegra pugilística
Muy bien, muy bien, Señor Olives, esos son los comentarios comedidos que le gustan al Paiaso y a sus pequeños y traviesos orcos.
También nos gusta: "más pragmático y menos visceral: 'te voy a matar'", pero solo en situaciones extremas.
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